Ejercicio 2

Hola, mi nombre es Ester Cáceres Muñoz, tengo 21 años. Nací el 24 de Mayo de 1995 en Talca.  Actualmente soy Estudiante de Trabajo  Social. Si hay algo que me gusta es la música, sobre todo tocar piano. También amo la cordillera.  Pero creo que hay cosas más relevantes que contar aquí.
Mis padres son profesores, mi padre de historia y mi madre de música. Antes que yo naciera ellos comenzaron a asistir a una iglesia evangélica en la cual estuvimos como familia durante 14 años, sin embargo yo asistía sólo porque ellos me llevaban, no tenía ningún tipo de conocimiento personal acerca del evangelio. El año 2008 mis padres decidieron buscar otra iglesia, comenzamos a ir a la Asamblea de Dios autónoma, a pesar de que el mensaje era el mismo, la forma era muy distinta ya que esta iglesia tiene un estilo y una forma más moderna , en esta iglesia acepté a Jesús como mi salvador y viví mis primeros campamentos de jóvenes, los que marcaron mi adolescencia. Sin embargo, ocurrió una situación muy difícil para la congregación,  se fueron los pastores que habían estado a cargo durante mucho tiempo, esto me afectó bastante ya que yo les tenía un cariño muy grande, sucedió el año 2010, al año siguiente  yo era parte del centro de alumnos del Liceo Marta Donoso Espejo y estaba en tercero medio cuando explotó nuevamente el movimiento estudiantil, me tocó vivirlo desde donde las papas queman, empecé a interesarme por esa lucha, y a informarme. Ingresé a militar a una organización política y estuve allí por 4 años, fue un período donde aprendí mucho y crecí como persona, sin embargo fueron a la vez los años más lejos que me sentí de Dios y sentí que estaba en una paradoja ya que en varios puntos esta organización iba en contra de mis valores cristianos. Fue en el año 2014 en el mes de Julio cuando con mis padres decidimos congregarnos nuevamente en una iglesia, llegamos a Beula casa de Dios, una iglesia pequeña, muy humilde pero que viven el cristianismo en toda su esencia, renuncié mi militancia cuando llegue a Beula y desde ahí todo comenzó a tomar nuevos rumbos, partiendo porque toda mi vida había querido estudiar pedagogía en historia pero me faltaron 4 puntos para poder irme a la UMCE en Santiago, fue un golpe bajo, era mi única opción y no sabía qué hacer, fue a través del pastor de mi congregación que llegué a Trabajo Social en la Universidad Católica del Maule, y a pesar que aún no entendía por qué iba a estudiar algo que no era lo que yo quería me matriculé igual, pero me seguía preguntando el ¿Por qué? No quería desperdiciar mi vida, ¿Por qué iba a estudiar esto?, obtuve la respuesta en Febrero, semanas antes de entrar a mi primer año, entendí que mis planes no eran los planes que Dios tenía en su corazón para  mi vida y vinieron estos versículos a mi mente:
La palabra del Señor vino a mí, y me dijo: «Antes de que yo te formara en el vientre, te conocí. Antes de que nacieras, te santifiqué y te presenté ante las naciones como mi profeta.»  Yo dije: «¡Ay, Señor! ¡Ay, Señor! ¡Date cuenta de que no sé hablar! ¡No soy más que un muchachito!» Pero el Señor me dijo: «No digas que sólo eres un muchachito, porque harás todo lo que yo te mande hacer, y dirás todo lo que te ordene que digas. No temas delante de nadie, porque yo estoy contigo y te pondré a salvo.» —Palabra del Señor. Y el Señor extendió su mano, me tocó la boca y me dijo:«Yo, el Señor, he puesto mis palabras en tu boca. Date cuenta de que este día te he puesto sobre naciones y reinos, para que arranques y destruyas, para que arruines y derribes, para que construyas y plantes.»
Nada era casualidad, Dios me llevó a Trabajo Social en la UCM en Curicó con un propósito claro, durante dos años fui un instrumento en las manos de Dios, Él llego a muchos corazones a través de mi. Corazones heridos fueron sanados y salvos. Y yo, bueno, simplemente me siento honrada de poder hablar de Él.

El año 2016 sentí que ya había cumplido esa labor, y que ciclos debían cerrarse. Sentí que Dios ahora me quería enviar a otras tierras, a otros corazones y tras conversarlo con mis padres me apoyaron para trasladarme a la Universidad Autónoma, y así fue, aquí estoy, adaptándome, ansiosa por lo que viene, sé que probablemente muchos lo consideran algo “loco” e ilógico, se debe a la venda de sus ojos, no pueden ver, no pueden oír, y esa es la misión, llevarlos al conocimiento del único Dios, del Dios verdadero, aquel que envió a su único hijo a morir por todos, nadie es perfecto, no hay nadie que haga lo bueno ante sus ojos, pero Jesús se puso en nuestro lugar y pagó el precio que nosotros merecíamos, la muerte. De ese inmenso amor estoy enviada a hablar a este lugar. 




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